Si ya lo dicen los Stark: winter is coming. Poco a poco hemos ido cambiando los días de sol y calor por días oscuros, cortos y húmedos de invierno. Ya no apetece tanto salir en moto pero los moteros somos cabezones, nos gusta cogerla aunque haga un día de perros.
Así que si eres de esos, o de los que usan la moto a diario para ir a trabajar, vamos a hacer un repaso sobre los consejos más útiles a la hora de coger la moto cuando las condiciones no son, digamos, ideales. ¿Te parece? Seguro que nos dejamos algo así que adelante, haz tu aportación en los comentarios.
El invierno, aparte de frío y mal tiempo, supone menos horas de luz y con una intensidad menor, y eso en un buen día, porque si está nublado ya parece de noche a mediodía. Las condiciones de visibilidad empeoran notablemente, así que uno de los mejores consejos que se le pueden dar a un motero es que se haga ver.
Emplea prendas reflectantes con los que el resto de usuarios de la vía te puedan reconocer desde lejos. Muchas veces en moto abusamos de las prendas oscuras por aquello de que el blanco es muy guarro, pero si los automovilistas ya tienen problemas para ver al resto de coches, lo mejor es ponérselo a huevo.
Hay muchas prendas que ya incluyen zonas reflectantes, pero si utilizamos chalecos con colores flúor, mejor. No hagas lo típico de ponerte uno del Decathlon, te durará un par de días. Estírate un poco y compra uno de moto, o mata dos pájaros de un tiro y pilla una chaqueta que lo lleve integrado. Seguro que también has visto que hay muchos cascos que llevan pintura de este tipo. Pueden parecer horteras pero cumplen su función de maximizar la visibilidad a la perfección.
Bueno, esto es más fácil de decir que de hacer. Especialmente para los que no somos chicos del norte a los que el frío no les hace mella, cada vez que salimos a la calle en moto cuando empieza a refrescar nos convertimos en un ser lo más parecido a un caminante blanco.
El viento, las bajas temperaturas, la humedad general o la lluvia hacen estragos rápidamente en nuestro cuerpo. Las manos y los pies se quedan helados y el pecho pierde temperatura debido al flujo constante de aire. Dejando al margen lo bueno que dicen que es el frío para activar la circulación, el entumecimiento del cuerpo y las extremidades supone un riesgo para la conducción.
La incomodidad hace que nos distraigamos, que estemos menos atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, y cuando es necesario actuar ante un imprevisto ni reaccionamos con la misma rapidez ni con la precisión habitual en condiciones normales. Por eso hay que prestar una especial atención al equipamiento, más aún que en verano y sin escatimar en el precio, porque al fin y al cabo esto es por nuestra seguridad.
Empezando de dentro hacia fuera, en la actualidad existen multitud de prendas técnicas de casi todos los fabricantes que son cómodas, calentitas y transpirables. Calcetines altos, unas buenas mallas, camiseta interior, un sotocasco… Bien pegaditas a nuestra piel estas prendas nos ayudarán a dejar lejos del cuerpo las gélidas temperaturas y la humedad de la transpiración manteniendo al mismo tiempo el calor corporal.
En la zona intermedia conviene llevar también ropa de invierno, aunque esto ya es cuestión de cada uno, de los requisitos de vestimenta de su trabajo, de su estilo personal… Pero volviendo a la ropa específica para moteros, una equipación de invierno térmica e impermeable es fundamental, y no cuesta tanto si lo comparas con la tranquilidad que ofrece al enfrentarte a los rigores del invierno.
Si quieres, empieza por unos buenos guantes. Cuando veas la diferencia que hay con los tradicionales entenderás de lo que hablamos.
Tu comportamiento en la carretera también es determinante a la hora de que el resto de conductores te vean, así que procura mantener una holgada distancia de seguridad y evita los ángulos muertos de los coches que te rodean. Sobra decir que respetes las normas de circulación y vayas con mil ojos, incluso revisando las miradas de los otros conductores por su retrovisor.
No te olvides tampoco de indicar cuáles son tus intenciones. Señaliza cada adelantamiento, cada giro, cada vuelta a la rotonda con toda la antelación del mundo y antes de proceder, mira. Asegúrate de que no hay nadie en tu trayectoria. Ya sabes, por aquello de que algunos no conducen bien y tal.
Y si eres de esos moteros malotes que van hasta de noche con una pantalla del casco oscura, vete buscando en el armario la transparente. Basta que no la cambies porque «sólo uses la moto de día» para que una tormenta te haga perder toda la visibilidad, o un imprevisto te retrase y vuelvas a casa de noche. Es ese tipo de cosas que es mejor no echar en falta, porque si lo haces ya será tarde y el nivel de seguridad en tu conducción no será el mismo.
Por otro lado, un impecable estado de revista en la pantalla de tu casco hará que se empañe menos y que la lluvia se disperse con mayor efectividad. Para evitar estos dos factores hay productos como el pin-lock que pueden equipar muchos cascos o sprays que evitan el empañamiento para el interior y que evitan que el agua se «agarre» al exterior.
Además de acondicionar nuestra equipación, nuestra mente y nuestro cuerpo a la conducción con mal tiempo, es muy importante también que tengamos unas ciertas consideraciones con nuestra montura. Sobre todo si vives en una zona donde el invierno se nota con más contundencia, es bueno que hagamos algunos cambios en la moto.
Como siempre, el punto de apoyo fundamental de todo el comportamiento de la moto son los neumáticos, así que si toca cambio de ruedas o la mayor parte de los meses hay riesgo de lluvia, nieve o heladas, escoger unas buenas ruedas es FUN-DA-MEN-TAL. Esas pegajosas gomas deportivas que calzas sin apenas dibujo no son la mejor opción, no.
La nueva generación de neumáticos de carretera como los Dunlop RoadSmart o los Michelin Pilot Road 4 han ido evolucionando para ofrecer un buen rendimiento sobre suelo mojado, pero lo que es más importante es que sus compuestos son capaces de tener un funcionamiento óptimo con temperaturas muy bajas.
Y si tienes una deportiva, no sientas vergüenza por calzar estas gomas, te aseguro que si sale un buen día para hacer curvas a buen ritmo no te decepcionarán. Además duran mucho más que unas gomas deportivas y si cuando llega el buen tiempo las guardas convenientemente podrás volverlas a usar. ¡Ah! Y no te olvides de revisar presiones.
Además, también hay que revisar los niveles y el estado de los fluidos de la moto para asegurarnos de que la mecánica no sufra más de la cuenta. Un chequeo periódico a la batería también es casi obligatorio si no quieres que una buena mañana no te arranque porque se haya venido abajo con el frío. Una batería en la recámara no está de más, pero te recomiendo un comprobador/cargador de baterías. Los tienes por unos pocos euros y te los ahorrarás a largo plazo.
Echa un ojo a las luces y a las conexiones eléctricas, y mantén limpia y engrasada la cadena para que el agua no pase más factura de la cuenta. La lluvia produce corrosión, pero peor aún es la sal de la carretera que deteriora aceleradamente nuestra preciada moto. Puedes aplicar algún producto protector anti-corrosión. Ella te lo agradecerá.
En todo lo que hemos hablado hay una cosa implícita, y es que hay que emplear el sentido común y no otra parte del cuerpo. Equiparte, preparar la moto y moverte de forma segura entre el tráfico requieren una buena dosis de racionalismo. Así que, sí, lo que hay que ejercitar con mayor intensidad cuando llega el invierno es el cerebro.
Piensa en todo y todos los que te rodean, y piensa también que tu conducción se tiene que adecuar al estado de la carretera más allá del frío. Las bajas temperaturas, la humedad del asfalto, la posible suciedad en la carretera, las placas de hielo imprevistas, la sal en los márgenes… Las variables que hay que introducir en la ecuación de llevar una moto se multiplican exponencialmente en invierno.
Y para rizar el rizo, al igual que tu cuerpo, la mecánica tampoco responde igual cuando cambia el entorno. Los neumáticos no agarran lo mismo a 30º que a 0º de temperatura ambiente, y lo mismo pasa con los frenos o incluso la lubricación del motor.
Piensa y razona, evita las zonas sombrías, esquiva la pintura y siempre, siempre, siempre conduce con suavidad. No vas a ganar ningún premio al más rápido del invierno, así que mejor llegar sano y salvo a la primavera.