Valentino Rossi y su muñeco de nieve. ¿El italiano se busca nuevos amigos?

Aunque la temperatura que han tenido que soportar los pilotos de MotoGP durante los entrenamientos de pretemporada en Catar y en Malasia ha sido bastante elevada, Valentino Rossi no ha querido dejar a un lado su tradicional afición por mostrar cascos con una decoración especial. En este caso el AGV Pista GP de Il Dottore ha adoptado una decoración gélida.

Decorando la calota de su casco gracias a las manos de Aldo Drudi, hemos podido ver además de los típicos copos, un gran muñeco de nieve descentrado sobre toda la zona superior. Ataviado con un gorro y una bufanda, este sonriente muñeco era el encargado de acompañar a Valentino en las jornadas de test.

Tal y como están las cosas, parece que Rossi necesita nuevas amistades que le hagan compañía en el paddock. Últimamente el italiano sigue haciendo méritos por no dejar atrás al pasado y continuar dando vueltas a lo que ocurrió a finales de la temporada 2015. O bueno, ahora mirándolo con perspectiva quizá no sólo fuera a final de año.

Sea como sea, los pilotos tienen que hablar en la pista. Todo lo demás es pan para echar de comer a las palomas mediáticas y los aficionados de barra de bar que hacen del cuñadismo su bandera.

Un piloto, por definición, tiene que pilotar. El resto de cosas que haga más o menos relacionadas con el motociclismo fuera del circuito se limita sólo a dos motivaciones: marketing o buscar notoriedad. Tanto las redes sociales como la máquina de la publicidad han hecho que hoy el motociclismo se convierta en un mundo polarizado en el que en muchas ocasiones cuentan más las palabras que los adelantamientos.

Hubo otra época no muy lejana en la que los pilotos iban a eventos de sus patrocinadores si les daba la gana y si lo veían procedente. Si no, simplemente no iban, y no pasaba nada. Mantenían sus patrocinadores y seguían corriendo el año siguiente con el mismo logo en su carenado. Y en los ratos libres no malgastaban su tiempo en colgar su vida en las redes sociales para que de forma trivial los patrocinadores personales tuvieran repercusión.

Hubo otra época, no muy lejana en la que los pilotos eran mucho más felices. No estaban atados a agendas de locura para ganar cientos de miles de euros, o millones, a final de temporada. Simplemente corrían por que era su pasión, era su modo de vida y entendían que los mensajes se daban con el casco puesto encima de una moto.

Toda esa vorágine de cuestiones aleatorias que poca relación tienen con el motociclismo, por mucho que nos quieran vender que sí, hace que los pilotos en ocasiones se auto-sometan a comportamientos impropios. No estoy excusando ningún comportamiento dentro de la pista, sólo digo que el aspecto deportivo se ha desvirtuado y ha quedado relegado a un segundo plano.

El menosprecio hacia el ámbito estrictamente deportivo es posible que haya creado una sensación de que dentro de la pista vale todo. No sólo hablo de lo que todos imagináis, sino también, por poner un ejemplo, el vale todo médicamente. Pilotos que se suben a la moto sin estar en condiciones poniendo de nuevo en riesgo su integridad. O llevar una moto más allá del límite cuando la parte ciclo no está por la labor, y lo sabes.

Confío en que las cosas terminen volviendo a su cauce, que los nuevos reglamentos de MotoGP nos permitan ver carreras más emocionantes, con más luchas y más espectáculo, pero siempre desde el respeto y la deportividad. Y para apelar por todo ello, os dejo un mensaje que el gran Dennis Noyes escribió ayer en Twitter y que resume a la perfección el espíritu que debería reinar en MotoGP:

Cuando empecé, no había conferencias de prensa. Ni importantes ni necesarias: porque lo que dicen los pilotos lo dicen con visera cerrada.

— Dennis Noyes (@DennisNoyes) 16 de marzo de 2016

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Fotos | AGV